viernes, 10 de diciembre de 2010

EL ENSAMBLADOR DE MICRORRELATOS

Recuerda a papá que active todos los mecanismos de seguridad del dichoso ensamblador de microrrelatos cuando haya acabado de utilizarlo, que después ya sabes lo paranoico que se pone si cree que alguno se ha transferido a la red. Recuerda que me llama con los ojos desorbitados y con movimientos frenéticos señala la pantalla del ordenador asegurando que aquellos microrrelatos son suyos. Recuerda que se pasa las noches de un lado para otro mascullando cosas ininteligibles. Y recuerda, sobre todo, la expresión enajenada de su cara, el balbuceo intermitente, el hilito de baba que asoma por las comisuras de su boca, cada vez que el ilustre Adolfo Whitaker, desde la gran Ciudad de las Luces Rojas, emite para todo el mundo la selección de ganadores semanales del Cuadraenésimo Concurso Universal de Microrrelatistas Híbridos.

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*Bueno, al final he sucumbido a la tentación de intentar adecentar el micro. Pese a mi discurso grandilocuente defendiendo la falta de calidad del anterior final.


miércoles, 24 de noviembre de 2010

EL SUSTITUTO

Esta mañana he vuelto a encontrar la tapa del váter levantada, los calcetines del revés en el cesto de la ropa sucia, la taza del café en la mesa del comedor, la luz del despacho encendida, las persianas sin subir, el cartón de leche vacío todavía en la nevera, la encimera llena de migajas de pan, un rastro de ceniza en el pasillo, un jersey tirado en un sillón, la toalla mojada en el suelo del baño y el espejo del lavabo salpicado de pelos y espuma de afeitar. No hay duda: se ha marchado definitivamente. Pero otro ha ocupado su lugar.



*Juro y perjuro que no había leído el de Agustín. Ha debido de resultar curioso para el jurado de ReC leer cientos o miles de micros casi idénticos, porque creo que muchos hemos tirado por un camino similar. No lo iba a colgar porque no me convencía. Pero me ha hecho gracia leer un micro casi gemelo en las Previsiones meteorológicas de un cangrejo.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

EL ABISMO

“El hombre luce una inquietante sonrisa”. Era la única línea escrita por el otro hombre, el que contemplaba, el que nos había llamado media hora antes transmitiendo, palabra por palabra, el mismo mensaje. La chica de la centralita pensó inicialmente que era una broma, pero cuando la voz de témpano y caverna ofreció una dirección postal precisa, la llamada se tiñó de sospecha y escalofrío. Sentado en un taburete, con un cuaderno y una pluma en las manos, salpicado de sangre y enfrentado al rictus ambiguo de su víctima, cuando llegamos nos miró. Y nos dijo: “Es terrible el abismo de la página en blanco”.

martes, 9 de noviembre de 2010

VENGANZA (Finalista del III Concurso de Microrrelatos sobre Abogados. Octubre 2010)

El último aliento. La confesión. El estertor. El tajo en el cuello. La mirada aterrada. El destello en la hoja. Las once y cinco. Las manos esposadas al cabecero. El alegato del juez. Soy inocente querida. Su cara de bobo. La acusación de ella. Hay indicios suficientes Señoría. Su mirada revoltosa. Las once. Un cuerpo de hombre desnudo sobre la cama. Ridículamente en calcetines. Una chica a horcajadas. Unas manos que juguetean con unos calzoncillos estampados de tortugas. Las once menos cinco. Una lucha de dedos y prendas. Unos botones que se resisten. Los primeros besos. Una puerta que se abre. Un ascensor que sube. Un coche que aparca. El último brindis de la cena. Te paso a buscar a las nueve. El primer café juntos. Las primeras risas. Y una promesa callada el día que los presentaron bajo la lluvia. En tu último aliento sabrás de quién soy hermana.




*Como ya se ha fallado el concurso del mes de octubre, cuelgo el relato. Mantengo de todas maneras el enlace por si alguien quiere leer el relato ganador. Desde aquí mi enhorabuena a la elegida.

miércoles, 20 de octubre de 2010

REFUGIO DE TIEMPO (Nueva Versión)

Los niños jugaban a atrapar la luz, mientras los perros olisqueaban con obstinación sus pantorrillas churretosas. Había en esa escena una triste plasticidad. O una extraña armonía. Porque a cada salto de los niños en busca de los rayos que se filtraban en el recinto, a cada chillido de emoción, los animales se apartaban sobresaltados. Pero enseguida regresaban a su pertinaz tarea, como si pudieran alimentarse de los olores que desprendían las piernas de los pequeños. Y entonces el grupo se recomponía para volver a romperse después.

Al atardecer volverían los estruendos, el miedo, el olor a pólvora, los gritos, las balas, la sangre, el dolor, el fuego, la pena, la pena, la pena; y yo, de nuevo, tendría que enfrentarme a sus lágrimas para decirles que si no sacrificábamos otro nos moriríamos de hambre.


**La versión anterior no me acababa de convencer, y tras los comentarios de Jesus y Gabriel, después de pensarlo mucho, decidí intentar rehacer el micro. Cuelgo una nueva entrada porque los cambios son sustanciales y si modificara la entrada anterior los comentarios no se corresponderían con el texto.

miércoles, 13 de octubre de 2010

CASO PARA HOWARD GARDNER

Juan mira con aire taciturno por la ventana. Ha dejado momentáneamente suspendidas las tareas que le han encomendado para hoy: una redacción fantástica, unos cuantos problemas de fracciones y la representación de unas figuras del sistema diédrico. Más allá de los cristales, sus ojos enfocan a los lejos la silueta de su amigo Dani. Acaba de regatear a dos alumnos de los mayores y su chutazo ha entrado como un obús por la escuadra de la portería. Ahora da saltos de alegría y recibe las felicitaciones de sus compañeros de equipo y asignatura. Su cara está empapada de felicidad. Juan suspira.

Más cerca, en la pista de tenis, su otro amigo, Leandro, recibe consejo del profesor-entrenador de la asignatura de deportes de raqueta: parece que tendrá que mejorar su golpe de revés. Aun así, Leandro se muestra muy receptivo en las explicaciones y asiente. Cuando se coloca para restar, su expresión es reconcentrada: siempre se exprime al máximo por mejorar y no le importa pasarse horas y horas con la raqueta en la mano. Juan resopla.

Y más acá, a la sombra de los plátanos y rodeado de niñas que lo miran boquiabiertas, el chuleta de Enrique, su vecino, entona, guitarra en mano, una balada actual de enorme éxito. Juan entonces mira su mesa atestada de cuadernos, láminas y libros, y en ese momento siente cómo algo parecido a una losa le aplasta el ánimo. ¡Si a él también le apasionan los deportes y la música! ¿Por qué debe pasarse un carro de horas encerrado en clase realizando un montón de actividades que no le gustan demasiado mientras sus dos amigos y el insoportable de su vecino disfrutan haciendo lo que les gusta durante la mayor parte de su tiempo?

No es la primera vez que se lo pregunta. Y ya se ha quejado en casa un montón de veces. Sus padres le explican que no siempre ha sido así, pero que, desde que un psicólogo estadounidense descubrió que cada persona tiene siete u ocho inteligencias diferentes, se hacen una serie de tests para determinar cuáles son las habilidades principales de los alumnos, y que en función de esas capacidades se organizan las clases, los grupos y las asignaturas. A ti, cielo, el test te dio que eres muy inteligente en lengua, matemáticas y dibujo, y debes aprovechar esas capacidades porque no las tiene todo el mundo. Pero es que son un rollo, mamá, yo quiero ser como Dani y Leandro, o como el tonto del vecino. Ya, hijo, pero tú tendrás muchas más posibilidades de encontrar trabajo en un futuro, porque se te dan bien más cosas que a ellos.

El futuro. Intenta consolarse con eso cuando afronta ataques de tristeza y desánimo como el que le ha sobrevenido ahora. Pero lo ve y lo presiente como una cosa tan lejana, tan remota, acaso como una estrella en el cielo, que no acaba de entender el sentido de esa espera tan larga, y menos cuando comprueba que otros, mientras esperan o no esperan, se pasan sus buenos ratos.

En esas tribulaciones anda distraído Juan, cuando un movimiento al otro lado de la ventana capta de nuevo su atención: la niña más guapa del cole, Natalia, por la que a él se le escapa de vez en cuando un suspiro, le planta un beso en la mejilla al imbécil de Enrique cuando este acaba de tocar su canción. En ese momento, Juan, incapaz de sofrenar todo el sentimiento de rabia, impotencia e injusticia que se le viene acumulando día tras día y que ahora se le agolpa en la sangre, se levanta, coge uno de sus libros, lo lanza de forma impetuosa contra el suelo y, ante la mirada perpleja de la profesora y sus compañeros, con los ojos llorosos, brama: “¡Esto no es justo!”.

martes, 5 de octubre de 2010

Concurso La Vanguardia de relatos

Dejo el enlace del relato que ha resultado ganador del concurso de relatos que organiza La Vanguardia digital y al que me presenté con el último relato que colgué. El relato ganador se titula "I feel fine" y su autor es Raúl García Saénz de Urturi.

Desde aquí, doy mi enhorabuena al ganador.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

ACROSS THE UNIVERSE


Veo a mi hermano subir otra vez a tocarla. Algo le pesa en los pasos y en los hombros. Su guitarra parece triste. Nunca lo había visto así. Porque su mundo ha cambiado, a pesar del estribillo, que él cantaba desde las tripas de su voz como para conjurar que nada malo le pudiera pasar. Pero mi hermano sabe que es mi canción favorita.

Recuerdo la primera vez que la escuché. Estaba en mi habitación, viendo oscurecer el día desde la ventana. Y ya en los primeros acordes algo se me removió por dentro. Como un estremecimiento por detrás de la piel que acabó en la piel misma. Fue y vino, y después se sostuvo. El temblor, digo. Y miré el cielo ennegrecido y en esa contemplación con la canción de fondo comprendí algo profundo que nunca supe expresar. Un secreto, quizás.

Desde entonces le pedía a mi hermano que me la cantara. Me gustaba notar su voz cerca porque así sentía que casi podía tocar las notas con mis manos. Y le preguntaba cosas. Que qué significaba Jai Guru Deva. Nada, me decía, no significa nada porque el universo es así de inexplicable. Otras veces, mientras la escuchábamos juntos, repetía: ¿lo ves?, estanques de tristeza y olas de alegría, la vida es eso, Dani, una montaña rusa de emociones. Ya lo entenderás.

Se le enreda la voz cuando llega al estribillo. Se le agrieta. Su mundo sí ha cambiado, a pesar del estribillo. Con la voz rota y dos lágrimas eternas en las mejillas sigue tocando. Sabe que es mi canción favorita. Y llega al final. Y viene hacia mí para abrazarme.

Echado sobre el féretro me susurra llorando: esto no va a cambiar nada, Dani, ¿me oyes?, no va a cambiar nada porque te voy a estar cantando siempre.

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**Relato presentado a un concurso de La Vanguardia. Como igualmente lo cuelgan en su blog y lo puede leer todo el mundo, lo doy también aquí. El enlace del concurso es el siguiente:

jueves, 16 de septiembre de 2010

DESCUIDO

“¡Tachán!”. Mario aparece por sorpresa delante de Natalia exhibiendo un precioso ramo de flores y una generosa sonrisa. Los ojos de Natalia se lo sacuden dedicándole toneladas de desprecio: ¿con quién te has acostado ahora? No, cariñito, hoy celebramos que he dado el primer paso: he encontrado un grupo de Casados Infieles Anónimos, voy a ir a terapia. Tiene guasa el asunto, después de todo, el canalla tiene buenas salidas. Pero esta vez se ha pasado. Si quería aprovechar el ramo, el muy imbécil podría haberse acordado de quitar la tarjetita: “Cachito mío, mañana mismo dejo a mi mujer”.



*Este es el micro que envié a ReC en la segunda semana de concurso. Evidentemente no fue seleccionado, porque, si así fuera, ya lo habría pregonado a los cuatro bombos (perdón: a viento y platillo). Bueno, a ver dónde doy el bocado esta semana.

sábado, 11 de septiembre de 2010

EXILIO

Papá solía morirse dos veces al día desde que se alzó el Partido de la Salvación. De risa por la mañana, cuando todavía tenía humor, al oír al Presidente en su altisonante discurso hablando de libertades, dignidad, unidad nacional, resistencia… Y de asco por la tarde, cuando departía con otros jubilados en el bar. La imbecilidad es contagiosa, decía al subir. Una noche llegó a casa con los ojos enrojecidos de rabia: le habían dicho que la Patria estaría mejor sin gente como él. A la mañana siguiente, encontramos una nota junto al frasco: “Por fin puedo abandonar este país de mierda”.



*Este es el micro que envié la semana pasada a Relatos en Cadena de la Ser. No hubo suerte, como de costumbre. En realidad los seleccionados eran bastante mejores que el mío, así que enhorabuena a los tres. Volveremos a la carga esta semana.

martes, 31 de agosto de 2010

CONDENADOS

Burbuja tras burbuja la caldera hierve amenazante. Dos curas pederastas, un dictador por la gracia de Dios, un ateo y un joven imberbe esperan el último trámite en la instrucción de sus casos: la defensa ante Satán. Este les recuerda que el consejo de ministros infernales ha aprobado un decreto por el cual el arrepentimiento deja de aceptarse como circunstancia eximente. Aquí también manejamos encuestas, les dice, y a los moradores ese recurso les parece un agravio. El querubín que hace de abogado de los escogidos del Cielo le recuerda al diablo su pacto con Dios. Ya no hay pacto, estoy perdiendo popularidad, le dice, mientras observa al joven imberbe revolver una mochila. Satán nota un escalofrío. Y masculla alguna maldición. Dios recupera su apariencia entre carcajadas, saca un fusil de la mochila y apunta a Satán: el ateo es vuestro, los curas y el dictador se vienen conmigo.



jueves, 5 de agosto de 2010

El fin, los medios y la estética de lo minúsculo: bienvenidos a La tijera de Lish


No parece que haga tanto. Pero sí. Ya hace diez años que Andrés Neuman en el Epílogo-Manifiesto de su volumen de relatos El que espera profetizaba, sin ánimo de profetizar, que la micronarrativa iba a ser un género muy valorado en un futuro cercano. Argüía que algunos de sus principales rasgos -velocidad, condensación y fragmentariedad- coincidían con los "ingredientes" de nuestra época.
Diez años después, concretamente hace unos días, quien esto escribe entraba en el blog Hiperbreves S.A. de Raúl Sánchez Quiles y leía en la entradilla de su bitácora que estamos en una época donde "el tiempo es un bien escaso" y que ante esa "escasez de tiempo" algunos como él optan por "la brevedad como forma de expresión".
Y entre ambos instantes, hay una imagen que me viene a la memoria: yo mismo intentando convencer a unos compañeros, cuando trabajaba de auxiliar forestal, de que el paradigma del arte había cambiado, de que el universo cabía en una línea, en un gesto, de que en la era de la comunicación globalizada el arte no podía ser ya informativo, realista, minucioso, no podía querer abarcar todo el universo como lo hacían, por ejemplo, las novelas decimonónicas, porque para eso ya estaban los medios de comunicación. Las nuevas expresiones artísticas, yo les hablaba de literatura, debían sugerir, insinuar, acumular silencios o vacíos, optar por los trazos difusos, por el esbozo. Debían ofrecer visiones parciales porque ahora el mundo lo percibíamos a pedazos, como piezas inconexas de un puzle inmenso, y a gran velocidad. No teníamos tiempo para reposar ni asimilar el tiroteo de estímulos. La perorata venía porque alguien había repetido el tópico de siempre con sonsonete: algunos cuadros de pintores actuales bien los podrían pintar niños de no más de seis años. Y yo aquel verano, además, estaba realizando un trabajo para una asignatura sobre el microrrelato español que había cursado en la UAB. Y habíamos reflexionado sobre todo eso. Mis compañeros recompensaron mi razonamiento con unas miradas que estaban a medio camino entre el asombro y la rechifla.
Que en Occidente vivimos instalados en la prisa, que la sociedad no da respiro, que el tiempo se consume con voracidad, parece que no admite ni siquiera matices. Eso por un lado. Por el otro, que las nuevas tecnologías están provocando el cuestionamiento y la revisión incluso de los soportes de difusión de las manifestaciones artísticas, tampoco parece demasiado discutible. En ese contexto de ruptura, de límite, de encrucijada histórica, parece que hay un género que está adaptándose con soltura al nuevo entorno, que está echando raíces y que se encuentra en pleno proceso de proliferación. Hablo de la micronarrativa, que se despliega con especial fecundidad en la red a través de concursos y blogs de autores etiquetados como aficionados porque no publican en formato papel, pero cuyo talento, en muchas ocasiones, invita al replanteamiento de ciertas ideas preconcebidas. Se está produciendo, desde esa perspectiva, una democratización de la creatividad y el ingenio: los escritores de minificciones han ido creando a través de sus blogs un espacio de imbricaciones múltilples, un lugar de flujos y reflujos en el que comparten y comentan sus composiciones, contribuyendo, creo, con ese espíritu crítico y desprendido, con esa reflexión permanente sobre el proceso creativo a la que obligan las valoraciones de los demás, a un enriquecimiento notable del género. La literatura, de esta forma, quizás haya encontrado el género que mejor se desenvuelve en el medio virtual.

Una de las intenciones de este blog será ésa: compartir mis composiciones con otros cultivadores del género y producir ese espacio de reflexión que me ayude a mejorar. Creo que me desenvuelvo mejor en una distancia más larga, en el cuento, porque a la hora de crear minificciones me cuesta meter esa tijera que con tanta destreza supo utilizar Gordon Lish, el editor de Raymond Carver, en la obra de éste. No eran microcuentos pero la imagen me sirve igual.
Por el momento no sé si el blog estará exclusivamente dedicado a la micronarrativa, o si introduciré piezas del género mayor (por eso me reservo la pistola de Chéjov), como tampoco sé si dedicaré este espacio a comentar las composiciones de otros autores. Ya se verá. El rumbo lo irá marcando el viento que sople en cada instante. De hecho siempre me ha gustado dejar cierto margen a la improvisación. En principio iré colgando diferentes piezas que he ido enviando a la aventura de los concursos y que han corrido diferente suerte. Y más adelante, si la inspiración me encuentra trabajando (Picasso dixit), espero poder ir ofreciendo nuevas composiciones.

Lo dicho, bienvenidos a un nuevo espacio de lo mínimo. Espero que disfruten.