viernes, 10 de diciembre de 2010

EL ENSAMBLADOR DE MICRORRELATOS

Recuerda a papá que active todos los mecanismos de seguridad del dichoso ensamblador de microrrelatos cuando haya acabado de utilizarlo, que después ya sabes lo paranoico que se pone si cree que alguno se ha transferido a la red. Recuerda que me llama con los ojos desorbitados y con movimientos frenéticos señala la pantalla del ordenador asegurando que aquellos microrrelatos son suyos. Recuerda que se pasa las noches de un lado para otro mascullando cosas ininteligibles. Y recuerda, sobre todo, la expresión enajenada de su cara, el balbuceo intermitente, el hilito de baba que asoma por las comisuras de su boca, cada vez que el ilustre Adolfo Whitaker, desde la gran Ciudad de las Luces Rojas, emite para todo el mundo la selección de ganadores semanales del Cuadraenésimo Concurso Universal de Microrrelatistas Híbridos.

___________________________________

*Bueno, al final he sucumbido a la tentación de intentar adecentar el micro. Pese a mi discurso grandilocuente defendiendo la falta de calidad del anterior final.