lunes, 13 de agosto de 2012

LA INSOPORTABLE LEVEDAD DE LA MEMORIA


            Con la nieve. Ahora veo que me ocurría sobre todo con la nieve. Porque allí no solía nevar. Porque allí, de hecho, casi nunca ocurría nada. Allí, en mi pueblo, en mi infancia. Pero la nieve para mí era algo distinto: blanca e ingrávida, me parecía ver en ella la propia anatomía de la belleza. También sabía que era efímera. Y que era difícil retar al tiempo, vertiginoso y resbaladizo. Así que probaba conmigo mismo.
            Creía que si llevaba mis sentidos al límite, si con ellos era capaz de apresar toda la intensidad de aquellas sensaciones, después podría volver a experimentarlas con la misma viveza a través del recuerdo. Me imaginaba poniéndoles diques, rejas, cadenas, camisas de fuerza, para retenerlas dentro de mí. Pero la nieve pasaba y no regresaba hasta mucho tiempo después. Y en ese transcurso, cuando pretendía conectar memoria y sentidos, siempre notaba que algo se iba deshaciendo y filtrando, algo desaparecía irremediablemente.
           Hacía muchos años que había dejado de intentarlo. Pero no tuve conciencia hasta ayer, cuando de pronto advertí que llevaba más de una hora queriendo secuestrar otra vez una porción de tiempo para poder revivirla más tarde, para poder revivirla después, para poder estar reviviéndola siempre. Aun sabiendo que todo es un empeño vano porque al final se imponen las sombras y las brumas. Una hora. Una hora intentando recuperar el mismo mecanismo inútil de mi niñez. Una hora desde que lo vi desaparecer por la puerta, porque le dije que nos dejara solos, hasta que apareció de nuevo y se acercó para decirme que se lo tenía que llevar, que no valía la pena alargar más el sufrimiento. 

lunes, 6 de agosto de 2012

DOS AÑOS DE LA TIJERA DE LISH


Decía hace un año, cuando colgaba la entrada anunciando el primer aniversario de este blog, que no sabía por cuánto tiempo más iba a poder seguir alimentándolo, debido a una serie de circunstancias, entre ellas la intención de empezar a escribir una novela. Pues bien, he aguantado otro añito, escribiendo y publicando a mi ritmo (lento pero más o menos constante). He de confesar, por otro lado, que he cambiado de expectativas a corto y medio plazo con respecto a lo que aseguré el año pasado (siempre he sido un poco voluble): así, la novela esperará (como poco otro año), porque quiero cerrar una etapa con un género, el microrrelato, por el que he ido sintiendo cada vez mayor fascinación y al que le he ido viendo nuevas posibilidades para seguir explorando. Así que por ahí continuaré de momento.  

Por lo demás, creo que ha sido un buen año para mí, porque he obtenido algún reconocimiento, sí, pero sobre todo porque, a pesar de las dificultades inherentes al proceso creativo, me he ido encontrando más cómodo y con más confianza a la hora de escribir. Algo que para mí ya significa mucho. 

Y lo más importante: GRACIAS a todos los que os vais pasando por el blog y le dais vida con vuestros comentarios. Y mil disculpas porque últimamente no me dejo ver para agradeceros de forma explícita vuestra presencia. Que sepáis que os leo y os releo y os tengo siempre muy en cuenta. 

ABRAZOS MÚLTIPLES y, sobre todo, AGRADECIDOS.