miércoles, 12 de febrero de 2014

MATRIS SACRIFICIUM

Había brotado, en medio del huerto, un imponente piano de cola. El día después, por la puerta de la cancela, apareció la pianista, arrastrando sus pasos. Se encaminó hacia el piano, se sentó y empezó a tocar. Su cuerpo se impregnó entonces de un vigor triste. Y cada nota fue guiada por una especie de pulsión agónica. La melodía sobrecogió el aire y convocó a los vecinos, que acudieron estremecidos. Cuando acabó su actuación, la pianista cayó exánime. La enterraron allí mismo. Al día siguiente, el piano desapareció. La tierra expulsó en su lugar un niño de aire lánguido que arrastró sus pasos hacia la puerta de la cancela.