jueves, 5 de agosto de 2010

El fin, los medios y la estética de lo minúsculo: bienvenidos a La tijera de Lish


No parece que haga tanto. Pero sí. Ya hace diez años que Andrés Neuman en el Epílogo-Manifiesto de su volumen de relatos El que espera profetizaba, sin ánimo de profetizar, que la micronarrativa iba a ser un género muy valorado en un futuro cercano. Argüía que algunos de sus principales rasgos -velocidad, condensación y fragmentariedad- coincidían con los "ingredientes" de nuestra época.
Diez años después, concretamente hace unos días, quien esto escribe entraba en el blog Hiperbreves S.A. de Raúl Sánchez Quiles y leía en la entradilla de su bitácora que estamos en una época donde "el tiempo es un bien escaso" y que ante esa "escasez de tiempo" algunos como él optan por "la brevedad como forma de expresión".
Y entre ambos instantes, hay una imagen que me viene a la memoria: yo mismo intentando convencer a unos compañeros, cuando trabajaba de auxiliar forestal, de que el paradigma del arte había cambiado, de que el universo cabía en una línea, en un gesto, de que en la era de la comunicación globalizada el arte no podía ser ya informativo, realista, minucioso, no podía querer abarcar todo el universo como lo hacían, por ejemplo, las novelas decimonónicas, porque para eso ya estaban los medios de comunicación. Las nuevas expresiones artísticas, yo les hablaba de literatura, debían sugerir, insinuar, acumular silencios o vacíos, optar por los trazos difusos, por el esbozo. Debían ofrecer visiones parciales porque ahora el mundo lo percibíamos a pedazos, como piezas inconexas de un puzle inmenso, y a gran velocidad. No teníamos tiempo para reposar ni asimilar el tiroteo de estímulos. La perorata venía porque alguien había repetido el tópico de siempre con sonsonete: algunos cuadros de pintores actuales bien los podrían pintar niños de no más de seis años. Y yo aquel verano, además, estaba realizando un trabajo para una asignatura sobre el microrrelato español que había cursado en la UAB. Y habíamos reflexionado sobre todo eso. Mis compañeros recompensaron mi razonamiento con unas miradas que estaban a medio camino entre el asombro y la rechifla.
Que en Occidente vivimos instalados en la prisa, que la sociedad no da respiro, que el tiempo se consume con voracidad, parece que no admite ni siquiera matices. Eso por un lado. Por el otro, que las nuevas tecnologías están provocando el cuestionamiento y la revisión incluso de los soportes de difusión de las manifestaciones artísticas, tampoco parece demasiado discutible. En ese contexto de ruptura, de límite, de encrucijada histórica, parece que hay un género que está adaptándose con soltura al nuevo entorno, que está echando raíces y que se encuentra en pleno proceso de proliferación. Hablo de la micronarrativa, que se despliega con especial fecundidad en la red a través de concursos y blogs de autores etiquetados como aficionados porque no publican en formato papel, pero cuyo talento, en muchas ocasiones, invita al replanteamiento de ciertas ideas preconcebidas. Se está produciendo, desde esa perspectiva, una democratización de la creatividad y el ingenio: los escritores de minificciones han ido creando a través de sus blogs un espacio de imbricaciones múltilples, un lugar de flujos y reflujos en el que comparten y comentan sus composiciones, contribuyendo, creo, con ese espíritu crítico y desprendido, con esa reflexión permanente sobre el proceso creativo a la que obligan las valoraciones de los demás, a un enriquecimiento notable del género. La literatura, de esta forma, quizás haya encontrado el género que mejor se desenvuelve en el medio virtual.

Una de las intenciones de este blog será ésa: compartir mis composiciones con otros cultivadores del género y producir ese espacio de reflexión que me ayude a mejorar. Creo que me desenvuelvo mejor en una distancia más larga, en el cuento, porque a la hora de crear minificciones me cuesta meter esa tijera que con tanta destreza supo utilizar Gordon Lish, el editor de Raymond Carver, en la obra de éste. No eran microcuentos pero la imagen me sirve igual.
Por el momento no sé si el blog estará exclusivamente dedicado a la micronarrativa, o si introduciré piezas del género mayor (por eso me reservo la pistola de Chéjov), como tampoco sé si dedicaré este espacio a comentar las composiciones de otros autores. Ya se verá. El rumbo lo irá marcando el viento que sople en cada instante. De hecho siempre me ha gustado dejar cierto margen a la improvisación. En principio iré colgando diferentes piezas que he ido enviando a la aventura de los concursos y que han corrido diferente suerte. Y más adelante, si la inspiración me encuentra trabajando (Picasso dixit), espero poder ir ofreciendo nuevas composiciones.

Lo dicho, bienvenidos a un nuevo espacio de lo mínimo. Espero que disfruten.








3 comentarios:

  1. Me alegro de que te hayas animado, Iván. Gracias por tu invitación que acepto encantado, aunque me temo que ni siquiera me acercaré a tu nivel comentarista.
    Enfín, ya sabes dónde vivo.

    Un abrazo

    Por cierto, me gustan el nombre del blog y la plantilla.

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  2. Gracias Jesús por aceptar mi invitación. Y gracias por el elogio, aunque bueno, preferiría comentar peor y escribir mejor, o al menos escribir con la misma soltura con la que comento. En fin, será cuestión de seguir practicando.

    Un abrazo.

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  3. Vengo a agradecer tu comentario (ya lo haré también en mi blog, de momento me has dejado sin palabras) y paseando por aquí me encuentro esta magnífica presentación, que es también una poética de tintes muy personales. El final del cuarto párrafo es de antología.

    Volveré por aquí, cómo no.

    Un abrazo.

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